Homenaje al Padre Manolo Trevijano

Servicio de Pastoral Universitaria

¿Quién fue Manolo Trevijano?

Manuel Trevijano Etcheverría
(1-11-1930 / 10-11-2000) - Sacerdote

El 10 de noviembre de 2000 murió Manolo Trevijano.

¿Quién fue Manolo Trevijano?

¡Manolo querido!

Todos somos únicos e irrepetibles, se "rompió el molde" cuando nacimos, y no hay otro igual a cada uno de nosotros, etc. etc. etc...

Lo sabemos los cristianos por medio de alguien que nos haya querido, y es verdad.

Pero Manolo fue, creo, más único e irrepetible que lo normal entre nosotros.¿Será por ser español? Sin duda, pero eso no alcanzaría.

Manolo se tomó en serio, a lo español, la libertad. Pero la libertad de los demás, para él tenía exactamente la misma importancia que su propia libertad.

Él pensaba que Dios no nos está vigilando, sino que es el que haría cualquier cosa para salvarnos, a excepción de una sola cosa: cortarnos nuestra libertad.

Y Manolo no iba a interferir con ese plan de Dios sobre nosotros.

Y la libertad tiene una condición: la verdad. Y ahí está la otra cosa a la que Manolo dedicó su vida: la búsqueda de la verdad.

"Soy tan bruto que a la mentira piadosa le llamo mentira"

"La verdad siempre va adelante"

Manolo, (nunca le gustó que le llamáramos padre), en su juventud quería estudiar Física, pero como había decidido ser Sacerdote, no se lo permitieron, y le indicaron que estudiara Filosofía. Entonces obtuvo cuatro títulos europeos: Licenciado en Filosofía en la Universidad Pontificia de Comillas (Santander), Licenciado en Teología en la Universidad Gregoriana (Roma), Licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense (Madrid) y Doctor en Filosofía en la Universidad de Munich (Alemania).

Cuando en 1965 fue enviado por razones pastorales por la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana (OCSHA) a la Argentina, siendo profesor en el Seminario Metropolitano (Buenos Aires), en la Universidad del Salvador, y en la Universidad Católica Argentina, se inscribió en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires para cursar la carrera de Matemática y llegó a un punto avanzado de la carrera, buscando saber la suficiente matemática para entender las ciencias. Su principal interés académico era la relación entre la Fe y la ciencia. Así fue como enseñó durante 13 años la materia Introducción al Pensamiento Científico en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires y a partir de esos años de enseñanza y reflexión, escribió el libro: "En Torno a la Ciencia" Ed. Tecnos (1994).

Fue asesor de Pastoral Universitaria de las Facultades de Arquitectura y Urbanismo y de la de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, y, ya sea sentándose en el bar adonde se le acercaban sus muchos amigos, o ya cuando su siembra había resultado en una plantita, de presencia de la Iglesia en la Universidad de Buenos Aires, se entregó a la comunidad de estudiantes, docentes y no docentes. Para acompañar a los jóvenes de Pastoral Universitaria, caminó año tras año a Luján dejando sólo de peregrinar cuando se rompió un pie y cuando ya el cáncer no se lo permitió (aunque no dejó de intentarlo; su última peregrinación fue la del año 1999).

Pero para él había algo más importante: la Catequesis; el Seminario Catequístico Juan XXIII, del que se había hecho cargo en circunstancias dificilísimas, y una de las misiones más cerca de su corazón. El Seminario tuvo y tiene sus crisis, y a Manolo le dolía mucho. Los que quisimos a Manolo tenemos que seguir luchando por la formación de Catequistas que algunos de nosotros debemos al Seminario Juan XXIII. De su enseñanza en el Seminario otro fruto fue su libro "Fe y Ciencia, Antropología", Ed. Sígueme, Salamanca (1996) y luego, a partir de sus conocimientos en Filosofía de la Ciencia escribió también "¿Qué es la Bioética?", Ed. Sígueme, Salamanca (1998).

Para no dejar sin mencionar otras de sus muchas actividades, fue Director del Seminario Catequístico Monseñor Devoto, Capellán de las Hermanas de la Consolación y colaborador en san Cayetano de Liniers, confesando a miles de peregrinos, en Monserrat, en San Patricio, en Ntra. Sra. del Carmen (centro), en San Lucas y en la Parroquia de San Nicolás de Bari, donde concentró su amor y sus últimas fuerzas de Sacerdote cuando el cáncer ya no le permitió esfuerzos más grandes.

Para conocerlo un poco más, veamos el principio de la carta que mandó ante la mejoría asombrosa que tuvo de su cáncer y que le permitió volver a la Argentina y seguir trabajando durante otro año de gracia del Señor

Carta circular a una serie de amigos, ya sean judíos o paganos, varones o mujeres, clérigos o laicos, con tal que esta temporada hayan sido buenos chicos y les agradezco, al mismo tiempo que les encomiendo en mis oraciones y "mementos", todas las oraciones y peticiones que hayan hecho a cualquiera de las tres Personas de la Santísima Trinidad, ya sea aisladas o en bloque, bien sea directamente o por medio de algún mediador, sabiendo que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y que todos los demás no son sino un camino hacia Él. También les agradezco a algunos de ellos lo que hicieron conmigo los últimos días o semanas de mi estadía en "mi Buenos Aires querido..."

Casi todos los destinatarios de esta epístola "casi católica" habitan en la ciudad de Buenos Aires o en su periferia, y conocen más o menos que el Manolo tiene un hermoso cáncer, e incluso puede que sepan que ese cáncer (palabra que en latín significa "cangrejo") está haciendo honor a su nombre y camina "marcha atrás" a gran velocidad.

Aunque sé perfectamente que no soy el ombligo del mundo y que frente a la multitud de todos los seres humanos que son hermanos míos, los que se preocupan por mí son una ínfima minoría, sin embargo son aquéllos con los que Dios me ha puesto en un contacto más o menos cercano, de muy distintos tipos que prefiero meter juntos en una misma bolsa, la de mis amigos, que yo desearía que fuese más grande. Y si no lo es, la culpa es mía por no haber querido más a mucha gente.

La historia inmediata de mi glorioso cáncer con todas sus derivaciones comenzó el 19-12-97 cuando viajando a España vía Nueva York, en esa ciudad, de la manera más tonta que se puede pensar, pero debido en parte a mi total agotamiento de fin de curso, me resbalé en la calle y me fracturé el hombro izquierdo. Una fractura pequeña, pero cargada de malas intenciones por el punto anatómico en que se produjo. (y sigue la carta)

Y cómo termina la carta, anticipando algo de lo que después finalmente ocurrió:

Espero que además de otros sitios esta carta pueda llegar para la Misa de fin de curso en el Juan XXIII. Los curas viejos, cuando yo era joven, decían en latín "oremus ad invicem" (recemos unos por otros). Creo que es evidente que quiero volver a Buenos Aires, pero por encima de eso está mi obediencia al oncólogo. Es muy posible que antes de Navidades nuevos análisis aclaren mi situación. En el mejor de los casos no llegaría ahí antes de marzo. Y en cualquier otro caso Dios nos muestra su voluntad por muchas cosas a las que hace pocos años los catequistas llamaban "los signos de los tiempos". Mientras tanto, pase lo que pase yo estoy dispuesto a seguir tomando la vida con todo el humor posible, convencido de que es verdad eso de "Sonríe, Dios te ama". Nos ama a todos, a mí y a mis amigos y mis enemigos... Y le pido a Dios que todos aquellos con quienes me pongo en contacto sean unos "amigos sonrientes".

Manolo

Te queremos, Manolo, seguinos ayudando porque Dios no va a abandonar la obra de sus manos.

Teodosia Arauz Castex


Ciencia y Fe
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7 de julio de 2006