Madre Teresa de Calcuta
Carta a los Jóvenes
Queridos jóvenes:
El mal más grande de nuestros días es la falta de amor y de caridad, la terrible indiferencia hacia los hermanos y hermanas (hijos de Dios, Nuestro Padre Celestial) que viven marginados, presos de la explotación, de la corrupción, de la pobreza y de la enfermedad. Hemos sido creados por la mano de un Dios que es Amor infinito, para amarlo y ser amados por Él. Dios se hace uno de nosotros (nuestro hermano Jesús) para ayudarnos a comprender qué es el amor y para enseñarnos a amar. El servicio más grande que pueden hacer a alguien es conducirlo para que conozca a Jesús, para que lo escuche y lo siga; porque sólo Jesús puede satisfacer la sed de felicidad del corazón humano, para la que hemos sido creados. La vida es un don maravilloso de Dios y ayudar a los pobres, material y espiritualmente, más que un deber es un privilegio; porque Jesús, Dios hecho hombre, nos ha asegurado: "Cuanto hagáis a uno de estos pequeños hermanos míos, me lo hacéis a mí". Cuando ayudamos a otra persona, nuestra recompensa es la paz y el gozo, porque hemos dado un sentido a nuestra vida y ya no estamos aislados. No dejen que falsas metas de la vida (dinero, poder, placer, estudio) los conviertan en esclavos y los hagan perder el auténtico sentido de la vida. Aprendan a amar tratando de conocer cada vez más profundamente a Jesús; de creer firmemente en Él; de escucharlo en la oración intensa y en la mediación de sus palabras o gestos, que revelan perfectamente el amor; y entren en la corriente del amor divino que hace partícipes a los otros del mismo amor. Sólo en el cielo veremos cuán grande es nuestra deuda hacia los pobres por habernos ayudado a amar mejor a Dios. Queridos jóvenes...
El fruto del silencio es la oración.
MADRE TERESA |