Devociones a la Virgen María |
La historia de la Virgen de Luján confunde sus límites con los de la leyenda.
Se cuenta que hacia 1630 arribó al puerto de Santa María de los Buenos Aires una
carabela, entre cuyo cargamento figuraban dos estatuas de terracota. Una de
ellas pertenecía a Nuestra Señora de la Consolación, primer nombre de la
Virgen de Luján y la otra, a Nuestra Señora de la Limpia Concepción.
El destino de ambas imágenes era la localidad de Sumampa, en Santiago del
Estero, donde un residente portugués pensó erigir una capilla. Las dos
estatuas, una vez desembarcadas, fueron enviadas junto con una caravana, a la
provincia norteña. Después de tres días de marcha, los viajeros lograron
vadear el río Luján acampando a orillas de la Cañada de la Cruz. Llegada la
mañana, cuando el grupo decidió continuar el viaje, fueron inútiles los
esfuerzos de los bueyes para arrastrar una de las carretas. Procedieron
los conductores, entonces, a aliviar el vehículo de su carga e inmediatamente
la carreta se puso en moviemiento; pero alguien volvió a colocar dentro de
la carreta un pequeño cajón, y nuevamente los bueyes no pudieron hacerla
marchar. Intrigados los viajeros por ese hecho, abrieron la caja y
encontraron la imagen de la Virgen. Ante esa comprobación, estimaron
que "la Virgen había elegido ahí el lugar de su reino en la tierra". El
fervor de los creyentes hizo que esa Virgen fuera considerada patrona
de la comarca de Luján; la caravana siguió su marcha y la imagen quedó
allí. Dos santuarios se construyeron después de venerarla. El último de
ellos, el definitivo, comenzó a construirse en 1890. Catorce años
más tarde, por disposición del Obispo de La Plata, monseñor Juan Nepomunceno,
la imagen milagrosa de la Virgen fue trasladada al camarín en el que
actualmente se encuentra.
Fuente: Diario La Nacion, 29/4/1998
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