Pasión voluntaria de Cristo, siervo de Dios
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados
subió al leño,
para que muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado. (1 Pe. 2, 21b-24)
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